Yo soy de las que piensa que Internet y las redes sociales erosionan el pensamiento profundo. Pero cuando hablamos de vender y de que (seguro lo has escuchado alguna vez) la mayoría de las decisiones de compra no se toman en base a la razón sino a emociones, pedirle a la gente que piense no es lo más rentable. Algo que nos pasa diariamente cuando creamos una nueva web es que nos encontramos con un texto en .doc infinito al que hay que darle forma y hacerlo sencillo para el usuario, ese cliente que nos lee. Al igual que te puedes tragar un trozo de papel y no digerir la celulosa, un cliente puede leer un artículo, pasar por tu web o consultar tus tarifas y no enterarse de absolutamente nada. Y lo peor: sentir que ha perdido el tiempo, frustrarse al ver que no ha recibido la información que buscaba y no contratarte. Nunca hay que olvidar el factor humano que subyace al proceso de adquisición de un producto o servicio. Cómo consumimos, cómo leemos y lo fácil o complejo que se nos hace ver una web, un texto o un vídeo es la materia de estudio de este nuevo palabro: la arquitectura de información. Pero qué co** es eso Keep calm. La arquitectura de la información es la práctica de decidir cómo organizar las partes de algo para que sea comprensible. Desde la despensa, organizada por grupos de alimentos, por fechas de caducidad, por peso, por contenido en agua de cada alimento, etc.; hasta la información sobre los diferentes servicios de tu proyecto. Imaginemos que tienes una clínica sanitaria y quieres comunicar todos los servicios que ofrece tu equipo: |
¿Cómo le cuento yo esto al usuario? 15 servicios diferentes, 15 ideas de tratamiento distintas. Sí, empieza a entrarte el caloret por el cuerpo y a agobiar. Pues para eso, planteamos un juego. Clasificación de tarjetas Clasificar tarjetas, ideas, elementos es una práctica tan frecuente en los más pequeños, cuando les decimos que clasifiquen a los animales, a objetos inanimados, a los alimentos, etc.; como entre las personas que hacemos diseño web. Empleamos esta técnica para recopilar y estructurar las entradas, los contenidos y las páginas, pero tambiénpodemos emplearlas en una gran variedad de momentos vitales. Como puedes intuir, las aplicaciones de este método son numerosas y puedes prepararlo antes de crear tu proyecto o reformular el mismo una vez ya hayas validado el mercado o el negocio. Puedes jugar sola o con tu equipo, también con tus padres, tu pareja, amigos, etc. Utiliza alguna aplicación como Whimsical o un papel cortado en diferentes partes del mismo tamaño. En cada papel, tarjeta o ficha tienes que añadir una pequeña información, la suficiente para identificar lo que estés clasificando, bien sea un alimento o un servicio de tu consulta como estamos haciendo ahora mismo. Si estas consultas tienen un tiempo determinado, cada una está asociada a un profesional o se realizan online y presencial dependiendo de los espacios, añade también esa información. Ahora es el momento en el que nos retamos a nosotras mismas o al grupo y decimos: clasifica las tarjetas por grupos. Sin más detalles, sin decir categorías, sin sesgar la mente. Una vez se hayan creado los grupos de clasificación, añade un título a cada uno de estos grupos. Et voilá. |
Te recomiendo hacer el ejercicio varias veces ya que podrás descubrir otros elementos en común que te harán modificar la propia arquitectura. Si vuelvo a hacerlo, puede salirme una idea o categorización diferente: |
Y otra más, dependiendo de lo creativa que estés o de los cafés que lleves en el día: |
Y como te decía, puedes aplicarlo a cualquier cosa. Fíjate, yo a veces me como la ensalada por colores, según texturas… Incluso hay ciertas ideas preconcebidas en restauración, en la que la «categoría» del segundo plato suele ser con un ingrediente que antes respiraba, tipo carnes y pescados. 😂 Si necesitas crear una buena categorización de servicios, productos o tu página web, podemos vernos en unas consultorías de negocio, para transmitir la información, no correctamente, sino lo más adaptada al usuario que nos vaya a leer. |
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